José
Antonio Arcediano es de Barcelona, es licenciado en filosofía.
Secretario
del Aula de Poesía de Barcelona e integrante de la redacción de Caravansari, revista de poesía en
lenguas peninsulares.
Ha
publicado poemas y reseñas en diversas revistas de Catalunya, España, Puerto
Rico y México.
Ha
publicado
Los bosques de Wisconsin (La garúa,
2004)
La verdad del frío (Premio Internacional de poesía Màrius Sampere
2008. La Garúa, 2009)
Suburbio 16 (Accésit Premios de Creación
Literaria Fray Luis de León 2011. Junta de Castilla y León, 2012)
...y todos los buitres comieron de mi mano (In-Verso Ediciones, 2014).


Su
poesía aparece en las antologías 10 de
Barcelona (Abadia Editors, 2008), El
laberinto de Ariadna - 10 años de poesía (Emboscall, 2009) y Erato bajo la piel del deseo. Antología de
poesía erótica (Sial/Contrapunto, 2010).
Ha
colaborado con el fotógrafo y poeta visual Eduardo Barbero, poniendo textos a algunas
de sus series (Nocturno, Aguada de los Pasajeros) así como en su
libro Tiempo visible.
Ha
traducido al castellano -junto a uno de nuestros escritores recónditos, el
poeta Antonio García Lorente, - obras de los autores catalanes: Miquel-Lluís
Muntané, Josep Anton Soldevila y Jordi Pàmias, y en solitario, para Caravansari, algunos poemas de Sebastià
Alzamora.
Sus
poemas se pueden leer en el blog Arcediano
en Wisconsin
Coordina,
junto al poeta Jordi Boladeras, el festival Horts
de Poesia, de Sant Vicenç dels Horts.
Arcediano dice que le inquieta la oscuridad y la poesía
abre resquicios de luz y con la poesía puede aligerar algunas cargas propias.
Y sigue: no
existe solución para el individuo, que esto que llamamos vida sólo sucede, sin
más, y no hay en ella más que un
tránsito del dolor al dolor.
Posteriormente en ...y todos los buitres bebieron de mi mano, manteniendo su lenguaje irónico
anterior, recupera un cierto grado de
esperanza, acepta el propio destino y, evitando caer en el conformismo,
intenta crear un estado de superación.
Con la intención de hacer una poesía más lírica, en La verdad del frío, José Antonio Arcediano desarrolla un lenguaje más
sofisticado, pugnando por no caer en barroquismos de “pesadez gástrica” o romanticismos
de “ensoñación linfática” , manteniendo
-como dice él- un
lenguaje estrictamente contemporáneo y una dicción próxima al habla cotidiana.